¡Venga que hoy venimos
fuertes! Hace ya más de una semana que tengo descuidado esto y ya va siendo
hora de escribir sobre algo. Ha sido duro, una semana de encierros en la
universidad para leer y hacer algunos trabajos. Aburriiiiiiiido. Pero no
siempre es aburrido. Hoy, en la nueva línea programa de estudios intensivos nos
hemos dedicado al trabajo de antropología. Una investigación en un centro
comercial empleando la técnica de la observación participante. Y como autor de
este blog de aventuras, voy a intentar haceros partícipes de nuestra odisea
antropológica.
Nuevo Centro. Valencia
“Operación participante”
4:30 pm.
La parada de metro del
Turia desembocaba en las entrañas mismas de Nuevo Centro. Desorientados, tres
sociólogos se planteaban por dónde comenzar en tan inmensa e inédita tarea.
Sentados en la terraza del Mc Donald’s y tras unos instantes de discusión por
la metodología que emplearíamos nos encontrábamos en disposición de comenzar la
misión. Quizás fuese por “las cobras” que sufrieron mis dos valiosos compañeros
de trabajo en su anterior expedición, quizás fuese por lo molesto que pueden
resultar las encuestas… Sea como fuere no teníamos unas expectativas globales
muy decentes en cuanto a la reacción de los encuestados.
Sin embargo, la realidad
superó a las expectativas con creces. En apenas media hora teníamos 5
entrevistados y seguíamos en una racha maravillosa. Mc Donald’s, Foot Locker e
incluso General Óptica habían respondido con más que amabilidad, e incluso salero,
a nuestra insidiosa entrevista. Es más, en el caso de los ópticos salimos con
regalitos de la tienda. Gotitas para los ojos, un folleto con el que hemos
descubierto que tenemos un daltónico en el grupo, unas gafitas para los rayos
uva (¡ay Mary qué bien me ha venido esto último!) y un pañuelito con el que
limpiar los cristales de las gafas. ¿Utilidad sin utilizar gafas? Qué más da
¡es gratis!
Inmersos en un furor
merecido por nuestro éxito y con una actitud propia de triunfadores entramos
dentro del edificio en sí, puesto que todo lo anterior había sido alrededor de
la pirámide musical. Pues bien, tan pronto como entramos en el edificio el
viento cambió de dirección. Y lo que era una brisa suave pero firme que hacia
surcar nuestro velero antropológico a toda vela por las aguas de la
investigación se tornó en una tormenta de verano. Rápida e intensa. En The
Phone House encontramos nuestro primer escollo.
Como en las anteriores
ocasiones los tres entramos en el establecimiento y observamos rápidamente
quién podría ser la persona que pudiese contestar nuestras preguntas. El objetivo
nos localizó a nosotros, pero aún con todo supimos rearmarnos rápidamente. La chica
cedió, no sin lanzar un pequeña pullita, y aceptó a escucharnos. La primera
pregunta no supo respondérnosla y recurrió a un compañero suyo. Que tampoco
supo darnos una respuesta concreta, por lo que recurrió a Rosa. Suponíamos que
una vez ya metidos en faena la tal Rosa no nos pondría pegas. Craso error. Ante
nosotros apareció la encargada Rosa que nada más vernos y sin capacidad de
réplica nos echó de mala manera del local. Posiblemente no fuese aún rosa y
estaba aún en estado de capullo…
El episodio floral abrió
la puerta de la duda. Y no mucho después, tras seguir con nuestra observación
participante, un guardia nos enganchó por banda. Debíamos pedir permiso a la
administración del centro comercial para poder hacer una investigación o una
simple encuesta.
Estábamos en el nivel 1
de notoriedad.
Así pues, siguiendo las
indicaciones del guardia encontramos el pasillo hacia administración. Un largo
y grisáceo pasillo que se alargaba más y más a medida que caminábamos por él.
En el fondo una pequeña ventanilla con un marco blanco dejaba ver como al otro
lado dos hombres trajeados y una mujer mantenían una animada conversación. Nosotros
al otro lado éramos meros espectadores. Fantasmas sin voz ni voto, entes sin
derechos siquiera a ser mirados. Esto último más que confirmado cuando uno de
los hombres salió al pasillo y sin dirigirnos la palabra nos apartó para
continuar su camino. Aún tuvimos que esperar
unos minutos más a que la mujer dejara el teléfono y nos atendiera. Y entonces
todo sucedió. Descubrimos con pavor que nos consideraban algo así como ¡encuestaterroristas!
Mercenarios de la encuesta con fines lucrativos…
Es comprensible pensar
desde la dirección del centro comercial que tres jóvenes pertrechados con inconfundibles
mochilas escolares y haciendo una encuesta que podría clasificarse de escasa,
insustancial e inexacta, fuera realmente agentes de una empresa de espionaje
industrial altamente peligrosa. Necesitábamos más niveles de seguridad que para
entrar al pentágono. Una carta desde el departamento de antropología de la UV y
un informe detallado de la metodología de la encuesta, las preguntas y los
fines que se perseguían con ello. ¡Toda una locura! Como es lógico y en pos
de mantener el orden público debíamos parar el trabajo. No podría soportar el
peso moral de provocar una guerra entre la administración de Nuevo Centro y la
de la UV. Así que abando… ¡JAMÁS!
Nivel 2 de notoriedad.
¡Qué emoción!
Había que ser más
discretos y ¿qué mejor forma que pretender hacer alguna que otra foto? Por
suerte o por desgracia no pudimos llevar a cabo esta descabellada idea ya que
no había forma material de hacer las fotografías. De tal forma que nos sentamos
en un banco y empezamos una observación detallada sobre lo que había a nuestro
alrededor. Nada interesante. Salvo quizás la clase de salsa, country ¿jota? Que
se estaba desarrollando en la planta baja. Todo un elenco de ancianos en
general divididos por razón de sexo en dos bancadas distintas. No sabemos si de
forma casual o intencionada. En medio y dándolo todo unos pocos bailaban al
ritmo de la música.
Finalmente y tras casi
cuatro horas de observación participante hemos decidido dejarlo por hoy y
celebrar la victoria cenando pizza y viendo alguna que otra chorrada en youtube.
Y esto es todo por hoy
mis catetillos.
¡Hasta la próxima!