jueves, 16 de octubre de 2014

Labrando un futuro, pero a ratitos.

Venir a la biblioteca para cultivar el saber es un proceso arduo y costoso que se encuentra sometido a multitud de distracciones. El estudiante debe lograr imponer su voluntad de hierro frente a las temibles adversidades que encuentra. No obstante, y ante tal reto que esto supone, empiezo a vislumbrar una estrategia común: se trata de la técnica del barbecho.

Por todos es sabido que la maratón sin descanso en pos de un aprendizaje de tirón es casi imposible y que está reservado sólo a unos pocos elegidos. O asiáticos, a ellos se la suda un poco lo de las distracciones. Pero el resto de mortales no tenemos suficiente capacidad mental. La tradición de la siesta pesa mucho en nosotros quienes encontramos especialmente difíciles según qué horas, estudiar. Así pues, como os vengo contando el barbecho es una técnica empleada en las bibliotecas por aquellos valientes que, fuera del horario establecido de exámenes, estudian. Se trata de una rotación de cultivo mental en dos fases.

En una primera fase se estudia hasta recoger las primeras cosechas, no obstante este esfuerzo ha consumido parte de los recursos mentales para una buena producción, por lo que se pasa a una segunda fase yerma. En ella el estudiante se distrae con cualquier elemento o comienza una profunda reflexión sobre aquellas cosas que le rodean hasta verse de nuevo con fuerzas y recursos suficientes para volver a la faena. Obviamente esta divagación es mi barbecho personal.

Creo que es por esto por lo que encontramos en las bibliotecas esa dualidad de estudiante trabajando y estudiante contemplando tan común aquí. Pero quisiera ir más allá. Como seres sociales que somos tendemos a una sincronización o mimetismo con el entorno que nos rodea. Por ello las distracciones son comunitarias, las compartimos con las personas que nos rodean dentro de nuestro propio ámbito de estudio, en este caso delimitado por las mesas en las que se estudia. Cada mesa tiene su propio ciclo de barbecho aunque no difiere mucho las maneras de distraerse, el móvil, un ordenador o el temido y querido compañero de biblioteca...

Bueno, creo que mi barbecho ha acabado.Y ¡joder!, ahora que lo estoy releyendo me doy cuenta de que empiezo a caer en un "darkhokolusianismo" un tanto peculiar...

 Voy a dejar de divagar. Todos lo agradeceremos.

Nos vemos.

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